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La Varita Mágica: no todo vale

Buenos días amig@s, el motivo de este post fabricado a 4 manos es el de realizar una serie de aclaraciones que nos parecen oportunas sobre este artículo encontrado en la versión digital del Diario El País. Asimismo, pretendemos realizar una serie de observaciones en relación a la divulgación responsable de conocimientos.

iosuCada cierto tiempo se publican artículos, y no sólo en los medios de prensa escrita, que nos molestan a los enamorados de la Psicología Positiva (en adelante, PsyPos), por su escasa veracidad científica, por sus argumentos pobres, todo ello escondido bajo titulares sensacionalisas que logran lo que buscan, repercusión mediática.

Todos los que (después de estos ataques sin base) respondemos a estas críticas llegamos a la siguiente conclusión: “Debemos realizar una mejor y más rigurosa divulgación de nuestras ciencia: la PsyPos“. Así lo comentamos desde Felicidad Sostenible en “La Psicología Positiva funciona“.

Por lo tanto, debemos señalar tanto lo que se realiza con fines destructivos, como lo que se realiza con fines constructivos pero desde la inexactitud o la falacia.

Es loable y deseable que se hable de lo que está consiguiendo a nivel mundial y en todos los estratos de la vida del ser humano la PsyPos; pero también es exigible que lo que se divulgue se realice con rigor, de lo contrario corremos el riesgo de desvirtuar este enfoque científico. No todo vale, y debemos esforzarnos en puntualizar las inexactitudes que nos encontramos, por mencionarlo de una manera “fina”.

No es menos cierto que de 5 años a esta parte, el boom que ha experimentado la PsyPos ha hecho que innumerables profesionales, no sólo psicólogos (entre los que me incluyo), hayamos hecho muy bien nuestra parte de “contagio” de esta rama de la psicología. De hecho, son varios los psicólogos que se han enganchado a la PsyPos a raíz de mis comunicaciones y las de otros amigos míos no psicólogos. Divulgarla es una labor de todos, y divulgarla con rigor también.

Fruto de este boom, está el “buenismo” que reina en las redes sociales virtuales, todo nos va bien, todos somos felices, todos colgamos frases bonitas, todos somos la pera. También están los “parásitos” que infectan todo “Meme” (recomiendo leer “El Yo Evolutivo”, de Mihaly Csikzentmihalyi) e intentan sacar rédito económico a nuestra querida PsyPos, y entre otros muchos que circulan por la ciudad sin ley, me llamó la atención éste, que alguien me envío porque pensaba que lo que yo defendía y “esto” era lo mismo. Aquí tenéis la perlica: “El Juego de la Felicidad

Siempre que encontramos “burradas” sobre PsyPos, mis compañeros de Felicidad Sostenible y yo realizamos análisis privados y conclusiones sobre el camino que estamos recorriendo. Pararse y pensar está bien, es necesario. No todo vale.

También es cierto que el artículo que ha motivado este post se publicó en Agosto y que el supervisor del articulista podría estar seguramente de vacaciones, pero no exime de responsabilidad a este medio, ya que el lector se merece artículos revisados y contrastados. Sin embargo, quizás sea para vender más periódicos y que el sesgo negativo del cerebro es muy bien conocido por los empresarios de los tabloides, por eso cuando hay que arremeter en negativo, publican extensos reportajes, también infundados como este otro artículo “Optimistas a la fuerza, pase lo que pase“.

Paso el testigo a mi socio Tony Corredera:

Tony-miniDescubrí la PsyPos en 2005, cuando aún era estudiante de mi Master en Psicología Clínica y de la Salud. En mis primeros años de inmersión, a través de libros y artículos escritos por algunos de los psicólogos académicos y científicos que pusieron en marcha este “movimiento” allá en el año 1998, las críticas eran bastante constructivas. Aún recuerdo los necesarios art´culos escritos por Richard S. Lazarus, en los que cuestionaba algunos de los planteamientos que se defendían desde el paradigma de “lo positivo” vs. “lo negativo”.

Siendo estudiante aprendí, y siempre he defendido esa postura, que para que la ciencia avance ha de basarse en conocimientos revisables; la crítica constructiva, entonces, se vuelve absolutamente necesaria para el avance del conocimiento en cualquier ámbito. Sin embargo, desgraciadamente, en los últimos años leo en diversos medios (prensa, libros, artículos académicos) críticas feroces, furiosas y poco constructivas hacia la PsyPos, utilizando en ocasiones argumentos que han sido revisados y cambiados en los últimos años por los investigadores en PsyPos, mientras que en otras utilizan argumentos que directamente no tienen sentido par aun psicólogo que se haya formado en la universidad (la falacia de que hay que evitar las emociones negativas, por ejemplo; no he leído a ningún en PsyPos que defienda esa idea).

Yo me considero una persona crítica y constructiva. En los últimos 11 años he leído muchos libros, artículos y blogs que utilizaban la expresión “PsyPos”. Tras todos estos años, he concluído que hemos de reconocer una parte importante de responsabilidad en el mantenimiento de las críticas destructivas que giran en torno a la PsyPos. Esa responsabilidad es la mala divulgación de conocimientos. Muchos de los que trabajamos desde este paradigma, de los que investigamos en este ámbito, hemos de asumir la responsabilidad de divulgar adecuadamente y para todos los públicos, de discriminar entre una opinión personal (que puedo hacer desde mis redes sociales o desde mi blog, aclarando que solo es mi opinión) y una conclusión a partir de la evidencia de resultados científicos (que, por supuesto, son revisables).

El negocio de la auto-ayuda, las pseudociencias y el deseo de soluciones fáciles por parte de algunas personas (y grupos de interés), ha convertido el uso de la expresión “Psicología Positiva” en un recurso que fácilmente pierde la identidad: bien porque se utiliza para hacer pasar por ciencia aquello que no lo es, bien porque es utilizado por los críticos para seguir criticando (demasiadas veces sin argumentos ni referencias).

Como profesional no puedo controlar lo que hacen los demás. Hace poco cayó en mis manos un ejemplar de una revista que se hace llamar a sí misma “la revista de Psicología Positiva“. En ella escriben todo tipo de autores, desde psicoterapeutas de diferentes corrientes (basadas en la evidencia o no), hasta un cura, pasando por periodistas especializados en salud. Más allá del terror que me supuso ver una revista llena de “publirreportajes” que enmascaran la venta de productos cuya eficacia científica está por demostrar, me desanimó mucho comprobar cómo la línea editorial se parecía mucho a “todo vale”. Que se recomienden terapias que no tienen evidencia científica, como grandes soluciones (para cualquier mal), tal y como hace esta revista en un par de artículos, es una de las prácticas divulgativas que dan mal nombre a la PsyPos. Esta revista, siendo honestos, llega a mucho más público no especialista que los libros y artículos académicos que se publican. Y cuando una persona necesita ayuda profesional y es lector asiduo de esta revista a la que he hecho referencia, se pueden encontrar con que va a la consulta de alguien que practica una terapia para la que no existen evidencias científicas y que puede provocar un empeoramiento de su problemática. El tema, tal y como lo estoy planteando, me parece de vital importancia.

En mi labor como psicólogo y humilde divulgador (a través de un par de blogs) trato de contar mi experiencia profesional basada en la evidencia, dando referencias a los estudios e investigaciones que cito en esos post. Trato de aportar a quien lo lea algo útil, no con frases que suenan bien, ni citas de autores de éxito, sino compartiendo los resultados que mi praxis ofrece (en contraste con la praxis de otros psicólogos e investigadores) o explicando los procesos subyacentes.

El artículo que ha provocado esta reflexión compartida con mi socio Iosu Lazcoz, nos ha llamado la atención primero porque dice cosas como “es probable que en un mes se encuentre a una profesional dispuesta a hablarle sobre las 24 fortalezas de la psicologia positiva que estableció en los años 70 Martin Seligman“. Estoy seguro de que no es intencionado (pero no por ello no hemos de señalarlo), pero las 24 fortalezas no las estableció solamente Seligman (el Manual de Fortalezas lo publicó junto a Chris Peterson), ni fue en los años 70 del siglo XX, sino a comienzos del presente siglo. Estas referencias solo confunden a quien las lee, alertan a quienes trabajamos defendiendo una praxis honesta y alimentan a los críticos, que sabrán aprovechar la ocasión.

Si quienes tienen apoyo empírico, argumentos contrastados y medios para comunicarse, no lo hacen, se siembra el espacio para que aquellos que carecen de lo anterior y también de escrúpulos, aprovecharán el espacio abandonado para “traficar” con la expresión PsyPos, confundiendo a la población en general y dando mal nombre a los excelentes investigadores y practicantes que tratamos de hacer adecuadamente nuestro trabajo. Solamente es nuestra opinión, desde nuestro blog, pero aprovechamos el momento para pediros que os suméis al tren de la divulgación responsable y la crítica constructiva.

Para terminar, porque consideramos que es importante mencionarlo, el proyecto sobre el que gira el artículo de El País (no explica en ningún caso en qué consiste o cómo se va a implementar) no es el primer proyecto que versa sobre las “Ciudades Felices“. Uno de los pioneros al respecto es nuestro compañero José Juan Rivero, con el proyecto de La Laguna en Positivo, que ha tenido ya 2 ediciones y que celebrará la tercera edición el próximo 2017.

Iosu Lazcoz y Tony Corredera

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